Una noche, ya cansada de pensar me puse a conversar con la cafetera, una no sabe cuánto sabe de café si no habla con una cafetera, entre los temas del precio, marcas y distintos cafés, la moleste hablándole de la suciedad que producía; enojada por mi falta de respeto, me contestó "si pusieras el mundo en una cafetera lo único que quedaría en el filtro sería la humanidad"
Desde entonces no he vuelto a hablar con cafeteras.
Donde acostumbro beberlo, las mozas, miman a sus clientes con dibujitos en la espuma. Si tuviera que elegir entre el corazón y la pluma estaría realmente en aprietos.